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28 noviembre 2008

La Leyenda de Spyro: La Fuerza del Dragón PS2


Aventura y plataformas, el simpático dragón morado culmina el vuelo de su trilogía.

Por algunos personajes de videojuego parece que nunca pase el tiempo. No es el caso de Spyro, que después de diez años ya ha alcanzado la edad necesaria para entrar en la nueva generación de consolas. Era hora de volar más lejos, más alto y con mayor libertad para dar fin a una trilogía, poner un punto aparte sobre la leyenda y demostrar cuál es La Fuerza del Dragón.

Han pasado exactamente diez años desde que Spyro echara su primera llamarada en una consola. Atrás deja un gran historial, muchas compañías que se dedicaron a modelarle (la más destacada, Insomniac Games) y, sobre todo, una infancia muy precoz.




Ahora el dragón ha crecido, tiene rasgos más maduros e incluso una compañera. No obstante, hay cosas que nunca cambian, como que el animal sigue protagonizando un plataformas que en esta ocasión mezcla aventura y acción para que le veamos extender sus alas en el aire de una manera inédita.




Los desarrolladores de Etranges Libelulles no han conseguido ni mucho menos que el dragón morado vuele más alto que con Imsomniac (responsables de los mejores títulos de la serie), pero sí que han logrado algo tan difícil como mantener a flote las señas de identidad y el nombre de una de las franquicias más importantes para Sierra Entertainment.


El cierre de una trilogía
La Leyenda de Spyro: La Fuerza del Dragón no viene ahora para dar un giro a todo lo visto. Más bien llega para cerrar una trilogía que, a pesar de haber mantenido una moderada calidad en cada una de sus entregas (incluida ésta), está dispuesta a ofrecer a los fans más acérrimos del dragón morado una nueva y mejorada oportunidad de comprobar algunos aspectos destacados como una mayor libertad a la hora de volar, acción cooperativa, abundantes enfrentamientos y una gran variedad de entornos con los que deleitarse desde las alturas.

La manera escogida para articular todo esto ha sido la elaboración de una trama que, como manda la tradición Spyro, sigue los cánones establecidos. Es decir, bien contra mal en una epopeya fantástica diseñada para salvar al mundo de los oscuros intereses de Malefor, un malvado ser determinado a destruir todo el planeta.




Para impedirlo, los usuarios deberán de recorrer un mundo bastante lineal dividido por zonas y nutrido de diferentes mecánicas de juego como la exploración, la resolución de algún que otro puzle (siempre sencillo), la protagonización de esporádicos eventos “quick time” y, ante todo, la participación en peleas contra todos los esbirros del Maestro Oscuro que obstaculicen el camino.


Un vuelo potente pero desequilibrado
El componente “beat ‘em up” de La Leyenda de Spyro: La Fuerza del Dragón se convierte así en fundamental. De hecho, las batallas son bastante intensas y, en cierto sentido interesantes, gracias a la inclusión de combos de diferentes tipos de ataque (incluido un agarre) y de habilidades especiales (cuatro por cada uno de los dos personajes seleccionables). Sin embargo, este nuevo Spyro es un videojuego que abusa de sus virtudes hasta conseguir que el pequeño dragón se quede sin ganas de echar una llamarada más.

La variedad de escenarios, de situaciones y de mecánicas de juego están presentes, pero el problema viene cuando no se saben medir bien los tiempos a fin de evitar que el usuario caiga en la monotonía. Tenía potencial, pero lo nuevo de Spyro no ha llegado a más por el mero error de presentar unos altibajos que nos llevan de sentir emociones como el asombro ante paisajes de cuento de hadas (apreciables mejor en Xbox 360 o PlayStation 3) a la frustración por estar repitiendo una y otra vez las mismas acciones a lo largo de las diez horas que se prolonga el título.


Como resulta evidente, tantas horas de juego requieren de una buena solución para guardar partida, consistente en este caso en diversos puntos de guardado estratégicamente situados. Es una pena que lo acertado de la solución no concuerde con el diseño de niveles, que adolece de un poco más dedicación, así como el sistema de cámaras, hasta llegar al punto de que se haga posible perder de vista a nuestro protagonista de una manera un tanto misteriosa.


Planeando en compañía
Afortunadamente, hay aspectos aplaudibles, como que siempre podemos optar por jugar en compañía y de manera simultánea (sin que sea necesario partir la pantalla en dos). Así, un jugador puede controlar a Spyro y otro a Cynder en una variante jugable que no aumenta la dificultad, tal vez por la simple razón de que se añade la apropiada característica del “drop in/out” (para entrar o salir de la partida en cualquier momento).

Por tanto, aspectos positivos y negativos que se juntan en un producto que no se queda por debajo, pero tampoco por encima, del umbral de lo correcto. Y da igual la plataforma de la que hablemos, ya sea PlayStation 3, Xbox 360, Wii o PlayStation 2. Todas las máquinas comparten las mismas virtudes y defectos jugables, sumando además el significativo dato de que no existen grandes diferencias visuales entre las cuatro consolas.


Así, da casi la impresión de que el videojuego fuera diseñado originalmente en Wii para ser luego trasladado al resto de sistemas, mejorando únicamente algunas texturas (no todas) y aumentando la resolución gráfica. Esto no quiere decir en ningún momento que el apartado visual de La Leyenda de Spyro: La Fuerza del Dragón nos parezca inadecuado para una PlayStation 3 o una Xbox 360. De hecho, es preciosista, colorido y ciertamente sorprendente en escenarios abiertos (donde Wii y PS2 presentan ciertos problemas para moverlo todo sin que caiga el “frame rate”), pero lo que no se puede negar es que no se ha sacado el máximo provecho de la tecnología de esas consolas puramente “next-gen”.

Tal vez la próxima vez, puesto que estamos seguros de que esta no será la última ocasión en la que el dragón Spyro proyecte desde el cielo su sombra sobre una consola. Este es el fin de una trilogía, pero puede que el comienzo de algo mejor al lado de otra desarrolladora (si es que en este sentido se sigue también la tradición…).

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